Convencer a tu hija de que vale la pena dedicarle tiempo y esfuerzo a las tareas escolares puede ser una fuente importante de tensión. A continuación, Jennifer y sus hijas, Emily y Samantha*, compartirán sus puntos de vista sobre algo habitual que suele causar problemas entre madres e hijas: la tarea. Comprender los puntos de vista ajenos en las disputas familiares puede reducir el enojo y el malestar de todos los implicados.
Las tareas escolares como problema en la relación entre madres e hijas: un caso de estudio
Punto de vista de Jennifer, la madre: Quisiera que Emily se esforzara más
Jennifer estudió mucho para entrar a la universidad y convertirse en matemática. Hoy en día enfrenta una batalla diaria con su hija de 15 años, Emily, en relación con sus estudios.
“Tiene facilidad para las materias artísicas y la mayoría de las veces cumple con la tarea. Pero no le gustan las matemáticas ni la ciencia, y no les dedica mucho tiempo. A veces nada", nos cuenta. "El problema es que realmente creo que son muy importantes, y aprenderlas te abre muchas puertas en la vida. Al principio intenté ofrecerle mi ayuda, pero ella no quiso, así que dejé que se las arreglara sola.
Comencé a revisar sus cuadernos cuando no estaba en casa, y noté lo mal que le estaba yendo. Por supuesto que no le gustó nada que revisara sus cosas, pero a mí me molestó mucho que no se estuviera esforzando. Discutimos al respecto."
Punto de vista de Emily, la hija: Mamá solamente me critica
Emily ve las cosas de otra manera. Nos explica cómo su madre le ofrece "ayudarle" con la tarea.
"Lo que eso realmente significa", dice Emily, "es mi maña diciéndome todo lo que está mal. Entonces parece que no me entiende y se enoja cuando me frustro por no saber la respuesta. Me hace sentir una inútil, y siento que mi mamá no me ama porque no puedo cumplir con sus expectativas".
Según Emily, en lugar de alentarla a mejorar, el comportamiento de su mamá la pone nerviosa y le quita las ganas de hacer la tarea.
"A veces me siento mal e inútil, y prefiero hablar con mi papá, porque él sí me entiende", añade. "Pero lo que realmente quiero es que mi mamá me deje en paz y me permita encontrar mi propia manera de hacer las cosas."
Punto de vista de Samantha, la otra hija: Entiendo ambos puntos de vista
Emily a veces conversa con su hermana Samantha, de 22 años, quien recuerda sus propios problemas con su madre.
"Emily es más provocadora y le molesta el comportamiento de mi mamá mucho más de lo que me molestaba a mí", explica. "Entiendo que mi madre quiera ayudarla a que le vaya mejor en la escuela, pues Emily es muy inteligente. Además, sé que gracias a mis buenas calificaciones pude estudiar la carrera que quise".
También entiende la frustración de Emily. "Sería genial que pudiera hablar con nuestra mamá de sus sentimientos como lo hace conmigo", dice Samantha. "No creo que mi mamá se dé cuenta de lo mal que se siente Emily cuando pelean".
Samantha les sugirió a sus padres contratar a un tutor para Emily o hablar con los profesores de su escuela, en lugar de involucrarse tanto. "Creo que mi hermana necesita motivación", añade. "Tal vez eso reforzaría su autoestima y le daría la confianza necesaria para saber que puede hacerlo por sí misma
Lo que queremos para nuestros hijas y cómo sentimos que podemos ayudarles a prepararse para el futuro puede entrar en conflicto con su precepción del mundo. Esto ocurre, sobre todo, cuando nos cuesta trabajo entender por qué ciertas cosas son tan importantes para ellos. Entonces, ¿qué pueden hacer las madres para ayudar?
Las actividades como un problema en la relación madre-hija: un caso de estudio
Los intereses de las adolescentes cambian a medida que crecen
Barbara quería aprender a tocar el piano y, al cumplir 11 años, sus padres le pagaron clases. Durante dos años, practicó con regularidad y entusiasmo. Tiempo después, según Mary, su madre: "Ella perdió el interés y dijo que ninguno de sus amigos tocaba un instrumento".
Sus padres se frustraron, pero, en palabras de Barbara: "Simplemente ya no tenía ganas de seguir tocando el piano. Además, las clases eran los sábados en la mañana, que es cuando mis amigos se reúnen. Pensé que podría retomarlas más adelante si quisiera".
La perspectiva de un hermana mayor puede ayudar
Se le puede pedir a un hermano o pariente cercano que analice el conflicto y ayude a todos a comprender los diferentes puntos de vista.
En este caso, fue el hermano mayor de Barbara, de unos 20 años y que estudiaba en la universidad, quien le ayudó a decirle a sus padres que, en lugar de abandonar por completo el piano, lo que quería era practica en un momento que fuera más apropiado para ella. Cuando les explicó lo importante que era para ella pasar tiempo con sus amigos, entendieron por qué sintió el impulso de abandonar las clases y aceptaron el acuerdo.
"También nos dimos cuenta de que Bárbara sintió que nos estaba decepcionando", dice Mary, "pero también le preocupaba quedar aislada de su grupo de amigos si no podía estar con ellos en momentos que le parecían importantes".
¿Tenés problemas similares en la relación con tu hija? ¿Sentís que tus esfuerzos por alentar a tu hija parecen tener el efecto contrario? Hablá con ella y averiguá qué está sucediendo desde su punto de vista.