Maquilladora y artista
Mi pelo es ser yo misma en cada etapa, cada cambio, cada evolución. Siento que me puedo expresar con él y vivir el momento. Cuando decidí cortarme el pelo y donarlo, me di cuenta que yo podía ayudar a alguien que lo necesita.
Con el tiempo me rapé y ahí empezaron esas voces que me decían “te van a ver menos profesional, no te van a contratar”. Pero también, cuando lo hice, se me acercaron personas que por su salud no podían elegir tener pelo y me dijeron que verme rapada les dio fuerzas. Eso para mí ya es un montón.
Al hacerlo aprendí que como te ves ni te saca tu talento, ni te etiqueta. Nadie debería sentir que no tener pelo te hace ser menos algo.
Creé mi propio estándar de belleza y reaprendí sobre la femineidad, dejando de asociarlo a lo delicado y frágil, para pasar a descubrir la fuerza de la mujer y reafirmar que si nos lo proponemos, solas podemos conseguir lo que queramos.
En un mundo donde nuestros cuerpos están tan vigilados y objetivados, no hay nada más libre que aceptar mi verdadera autenticidad.