Coach e instructora de Pilates
Desde muy chica mi relación con la apariencia fue compleja. La apariencia, el vestir y el andar marcaban todo, incluso tu clase social.
A los 30 años me di cuenta de que mi pelo no iba con mi personalidad y decidí raparme. Al ver crecer mi pelo blanco fue amor a primera vista. Me dijeron que parecía más grande, que “podrías verte mejor”, “podrías verte más joven”. Muchas miradas y preguntas de los demás quedaron grabadas en mi mente.
Hace veinte años, ser joven y andar con las canas al descubierto era algo raro, inquietante, y alejado de la moda. Mi pelo fue y sigue siendo mi marca personal.
Hoy siento que he recorrido un largo y hermoso camino de aceptación con mi cuerpo y mi pelo.
Conseguí liberarme. Estar en este mundo de la forma más cómoda posible, siendo lo que yo quiero ser, sin pensar en el "qué dirán".
Aún tenemos que redefinir los conceptos de belleza, de salud, de juventud. No mirar tanto afuera sino formarte vos desde adentro para afuera.