“Las cinco principales diferencias entre la piel de los adultos y la de los bebés es que la del bebé pierde agua más rápido, es más delgada, más sensible y tiene un control inmaduro de la temperatura, además de que es más susceptible a las enfermedades,” explica la Dra. Kerstin, dermatóloga pediatra y mamá.
“La capa epidérmica de la piel del bebé aún se está desarrollando,” agrega Tracey Barber, enfermera pediátrica y madre de dos hijos. “Es el órgano de mayor superficie en el cuerpo y no se forma completamente hasta los 24 meses.” La piel del bebé también tiene menos lípidos y un pH más ácido que el los adultos, explica Tracey, y por eso es extremadamente frágil y susceptible a la sequedad y daños.
“Para el cuidado de la piel, debemos recordar que los niños no son adultos en miniatura,” señala la Dra. Zilda, otra experta en dermatología infantil (y madre también). “Usar productos que están desarrollados específicamente para la piel sensible del bebé y evitar los que son para adultos es la mejor manera de cuidarla.”
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